jueves, 17 de agosto de 2017

No hay respuesta, no hay salida, no hay justicia... ¿Qué nos queda?, por Paco Vega

¿Qué recurso queda a una persona que, después de acudir al amparo de la justicia, comprueba en sus carnes la frialdad de un sistema que sólo atiende a los poderosos que tienen recursos para demorar, recurrir y retorcer los procedimientos hasta obtener su pronunciamiento más favorable? ¿Qué opciones quedan ahora a una madre que sabe que puede perder a sus hijos en manos de un padre maltratador? ¿Qué confianza pueden tener ahora en la justicia las millones de personas que en estos momentos estén sufriendo el azote de cualquier delincuente, con parentesco familiar o no, sabiendo que la justicia es ciega y sorda cada vez más?

Cuando la justicia no imparte justicia deja muy poco margen de maniobra a los ciudadanos de a pie y están obligando (indirectamente) a que cada uno resuelva sus conflictos a su libre albedrío. Peligroso asunto cuando la población empieza a perder la fe en la justicia y llevamos unos años viendo mil y una injusticias que quedan sin respuesta ante la desesperación de la población.

Recientemente hemos conocido la historia de Ángela González Carreño, quien perdió a su hija a manos de su padre, quien la asesino y luego se suicidó, a pesar de haber recurrido a la justicia 51 veces. Ahora estamos viviendo el caso de Juana Rivas, a quien la justicia niega su protección una y otra vez, obligándole a entregar a sus hijos a un padre maltratador, sin ni siquiera entrar en el fondo del asunto, simplemente por detalles y formulismos. El bien mayor que se trata de proteger que es el de los hijos queda sin amparo y protección, obligando a la madre a entregar a sus hijos, arriesgándose a no verlos con vida nunca más.

Cuando vemos a diario como grandes delincuentes se van de rositas en todos los procedimientos abiertos contra ellos a fuerza de retorcer la ley, mientras que los pequeños delincuentes se pudren en cárceles de toda España, quizás deberíamos empezar a cuestionarnos si es éste el sistema legal que queremos para nuestro país. Quizás deberíamos pensar en qué clase de justicia tenemos.

Alguien debería tomar nota de esta desafección por la justicia en este país y que podría acarrear que acabásemos siendo “un país sin ley” en el que cada uno se tomase la justicia por su mano. Vamos camino de ello… Alguien debería plantearse por qué hay personas que tocan en la puerta de la justicia y no encuentran respuesta, como es el caso. Clama al cielo que los tribunales “se la cojan con papel de fumar” en un caso con menores que pueden ir a parar a las manos de un maltratador.

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