martes, 4 de abril de 2017

El movimiento vecinal y sus vicios, por Paco Vega.

Al hilo de una polémica vecinal surgida en Anzo-Anzofé, barrio compartido por los municipios de Guía-Gáldar, quiero tirar del hilo de este ovillo para realizar una crítica a los movimientos vecinales y su utilización, especialmente en el norte grancanario que tanto conozco.

Los movimientos vecinales tantas veces alabados y otras tantas denostados, según convenga en cada momento a la clase política, lo forman un grupo de gente variopinta que les une su amor por el barrio (de forma genérica) en el que tienen su residencia habitual. Intentan por ello, lo mejor que pueden o saben, no siempre con acierto, poner voz y hacer de correa de transmisión de las necesidades vecinales, alejadas muchas veces de la voluntad del político de turno.

Hay vecinos que pierden su dinero y su tiempo -de forma altruista y con buena voluntad- luchando por mejorar la calidad y condiciones de vida de los barrios, acciones muchas veces ignoradas e incomprendidas por sus propios vecinos y que suelen quedar para mayor gloria del anonimato. Otros muchos meten su sibilina presencia de forma interesada, bien para posicionarse de cara a posibles aspiraciones políticas, para conseguir un puesto de trabajo en la empresa municipal en beneficio de sus familiares o en el suyo propio…, o para ganar influencia en intereses variopintos que nada tienen que ver con el interés general.

Mi respeto y admiración para los primeros, los altruistas, los de buena voluntad y mi molesta resignación para los segundos, que son consustanciales a la condición humana pero tremendamente dañinos para el fin que aquí nos ocupa.

Los primeros, gente habitualmente honorable y bienintencionados que hacen, muchas veces con más voluntad que acierto, que el buen nombre del barrio no quede en el olvido del tacticismo político. Los segundos confunden habitualmente sus propios intereses con los de la asociación y el barrio al que representan. Estos últimos se escudan y justifican permanentemente su inacción (es lo que suele caracterizarles) con las más peregrinas excusas. Luchan hasta dejarse la piel por representar a un movimiento vecinal que en vez de impulsar dejan languidecer, sin otro objetivo que el de ESTAR, para aprovechar oportunamente “el trampolín” que les ofrece “el cargo” o simplemente para que no lo ocupe otro… En este último caso suelen hacerse cargo de la asociación a invitación del político de turno, con el que tienen línea directa, siempre interesado en que “nada cambie para que todo permanezca” y en tener controlado “al rebaño”.


Lamentablemente, los malos políticos suelen tener mucha prevención con los movimientos vecinales reivindicativos, no vaya a ser que se les “enquiste” el barrio de cara a unas futuras elecciones (siempre presente en la estrategia política). Los inteligentes -donde los haya- suelen apoyarse en ellos -que no aprovecharse- en el conocimiento de estar tejiendo un clima de confianza y apoyo mutuos. Los malos políticos suelen tejer maniobras destructivas en torno a los movimientos reivindicativos, a veces infiltrando elementos de su confianza y otras captando para la causa a los ya iniciados. En cualquier caso, siempre con majadero empleo de la marrullería y la manipulación.

La realidad es que pocos son los movimientos reivindicativos, unas veces por las manipulaciones antes citadas y otras por las limitaciones y escaso personal que suele mostrarse interesado a dar la cara por los no siempre agradecidos vecinos (a cambio de nada). La mayor parte de ellos subsisten como Asociaciones recreativas para el entretenimiento y eventualmente para la organización de las fiestas locales. Ambos fines son los únicos alentados desde los consistorios municipales porque disuaden la conflictividad vecinal y le solucionan un problema para ellos como son las fiestas patronales.

Las Federaciones vecinales que deberían estar para ayudar, asesorar y compensar las carencias antes descritas de muchas de ellas, se convierten en ocasiones en una herramienta y correa de transmisión política de primer orden. Ya muchos de sus dirigentes, arrimándose al poder municipal, han accedido a “golosos” puestos de concejal con dedicación exclusiva, gracias a su habilidad para no hacer nada. La clave es la inacción vecinal y de estar en todos los sitios de figurante, informando puntualmente al poder municipal de todo “elemento díscolo” o susceptible de ser neutralizado.

En mi experiencia particular puedo decirles que colaboré con una de estas asociaciones durante dos largos años en los que pude conocer de primera mano los profundos intereses entrecruzados con el poder municipal. Comencé a trabajar con ellos con un perfil muy reivindicativo, motivado por la falta de respuesta municipal a numerosas peticiones vecinales de las que ni siquiera se dignaban a dar respuesta. Trabajé cientos de horas de mi tiempo y el de mi familia, la mayor parte en mi domicilio y con mis propios medios, en la búsqueda de información y legislación con las que dotar de argumentos y seriedad a unas peticiones más que justas, que el Gobierno Municipal ignoraba reiteradamente, además de convertirme -sin querer- en portavoz de la asociación. De todo este trabajo pueden dar fe mis compañeros de aquella época, especialmente uno de ellos que siempre fue mi más fiel colaborador (mi amigo Felipe). Todo ello sin ni siquiera ser miembro de la Junta Directiva puesto que durante la mayor parte del tiempo actuaba como un simple socio colaborador. Todo esto me ocasionó más de un problema, incluso en una ocasión, con motivo de una reunión de la Federación, su presidente quisiera echarme de la misma, argumentando que no era miembro de la Junta Directiva y que por lo tanto no tenía derecho a estar allí. Casualmente pocas semanas antes me habían hecho miembro oficial de la Junta Directiva (de tercero o cuarto orden, pero miembro al fin y al cabo -eso lo cuento otro día porque además había cierta resistencia a dar más protagonismo a quien llevaba el peso reivindicativo de la Asociación-), por lo que el Presidente de la Federación de entonces (hoy Concejal del Ilustre Ayuntamiento de Gáldar) tuvo que comerse sus palabras y soportar mi presencia y mis “molestos comentarios” en aquel “aquelarre asociativo” al que se había presentado con los deberes sin hacer y con las cifras económicas de año anterior al que pretendía justificar... Pa'habernos matao...

En otra ocasión, con motivo de la reivindicación de un acceso rodado para una persona con problemas de movilidad, a la vista de la justa argumentación, se sugirió a los vecinos por parte de un concejal, una recogida de firmas con “informaciones falsas” sobre las consecuencias que podría traer aquel acceso rodado para sus propiedades. La recogida se realizó y el gobierno municipal tuvo en su mano -por arte de la manipulación- una herramienta para justificar la denegación de este acceso rodado. Finalmente la vecina falleció esperando por este acceso que nunca llegó y que le hubiese permitido salir de su vivienda -que era a su vez su cárcel- con un mínimo de comodidad y seguridad. Hoy aquel concejal tienen encomendadas serias responsabilidades en el Ayuntamiento de Guía, responsabilidades que casualmente han ocasionado los quebraderos de cabeza más gruesos del Alcalde en esta legislatura.

Si esto que aquí les cuento no lo hubiese vivido y conocido desde dentro de estos movimientos diría que es mentira por lo increíble de las situaciones y la maldad envenenada de los que se les supone servidores públicos. Como estas tengo muchas más historias que dieron de sí aquellos dos años de lucha vecinal y persecución personal (que también hubo y sigue habiendo, directa o indirectamente).

Mi más sincero agradecimiento a las personas que en aquel tiempo ya lejano (2008-2010) me dieron su impulso, apoyo y respaldo, así como mi indiferencia más absoluta para los que intentan arañar el más insignificante de los beneficios personales en cualquier agujero en el que se meten.

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