domingo, 30 de marzo de 2014

LA EDUCACIÓN: LOS CIMIENTOS DE NUESTRA SOCIEDAD, por Paco Vega.

Todos conocemos, aunque sea de forma elemental, que la construcción de toda edificación que se pretenda robusta y duradera requiere de la ejecución de unos cimientos sólidos. Tal es así que en las modernas construcciones, los propios arquitectos, conocedores de la trascendencia de estos elementos para la estabilidad de su obra, dejan la ejecución de los proyectos de cimentación y estructuras en manos de los ingenieros, más especializados en la resistencia de los materiales y en la distribución de fuerzas. Sin embargo, el diseño de los cimientos de la educación, es decir, todo lo concerniente a temarios y contenidos no recaen en los maestros, en los profesionales de la educación como sería lógico pensar, sino en retorcidas tendencias políticas que, legislatura tras legislatura, juegan a adoctrinar a los alumnos de la educación pública o a ajustar sus presupuestos en base a recortes en educación. Mientras tanto, ellos llevan a sus hijos a “selectos” colegios de pago.


Es posible que la enseñanza sea una de las profesiones más gratificantes de la vida. Ver casi nacer y tomar “un retoño” humano entre sus manos, e ir alimentándolo de conocimientos, regándolo de educación y esfuerzo hasta conseguir, años más tarde, los frutos de su trabajo en forma de profesionales hechos y derechos, debe ser algo muy reconfortante. Aunque en muchos casos, para nuestra desgracia como sociedad, se valore más al futbolista de moda que a uno de estos profesionales de la educación que cada día trabaja en los cimientos de nuestra sociedad.

En mi experiencia personal y familiar he tenido la fortuna de poder disfrutar de las enseñanzas de varios de estos/as profesores/as que con mucho tesón y una profesionalidad a prueba de bomba han puesto lo mejor de si mismos para ver, años más tarde, el fruto del trabajo realizado. Tropezarse con el paso del tiempo a un alumno que, después de mucho esfuerzo, se ha convertido en un profesional de prestigio, una persona de provecho que decían nuestros padres, debe ser de las cosas más gratificantes de la vida. Recordar que aquél gallo fue pollo y que alguna “culpa” de lo que es hoy tuvo que ver las semillitas que él puso en aquellos picos, debe ser altamente reconfortante.

Alguna culpa tuvo el jardinero que regó y abonó con cariño aquel pequeño arbolito cuando, con el paso de los años, admira orgulloso la frondosidad de su obra.

Pero lamentablemente no siempre se pone el esfuerzo necesario, por parte de las administraciones, en la ejecución de unos cimientos sólidos para la consecución de una sociedad de provecho. Los mismos que ahora se lamentan de la delincuencia y las agresiones a policías son los que se han dedicado a horadar durante años los cimientos de la educación pública.

Tomemos nota y no cometamos los errores del mal constructor que pretende acrecentar su “productividad” a base de recortes en cimentación. Finalmente la obra se cae. No permitamos que se nos caiga esta sociedad por minusvalorar los cimientos de la educación.

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