miércoles, 9 de septiembre de 2015

LA DESAGRADABLE MOLESTIA DE LA INMIGRACIÓN, por Paco Vega.

Documentándome un poco sobre el tema de la inmigración antes de escribir este texto, me sorprendo con unas declaraciones interesantísimas del ex-presidente Aznar. Aunque en ellas no dice nada que no supiésemos, es decir, que la inmigración no se ataja con vallas y alambradas sino generando prosperidad en los países de origen. Llama la atención en boca de quien fue presidente del gobierno español y quien parece ser que entonces -con la inmigración en su máximo apogeo en las costas canarias- no tenía la misma opinión.

Lo que está sucediendo con la inmigración es una vergüenza para Europa y para España. La actitud de mirar para otro lado del presidente Mariano Rajoy, que sólo ha reaccionado tímidamente cuando ha visto “maniobrar” a la presidenta alemana, es de auténtico bochorno puesto que ha sido siempre España un país emigrante, y lo sigue siendo, gracias en parte a sus políticas austericidas que han ahogado y abocado al cierre a multitud de empresas, a pesar de que sus voceros proclamen a los cuatro vientos una prosperidad inexistente, al menos para los españoles de a pié. Por lo tanto no se entiende que ante un drama humano como el que estamos viendo cada día en los medios muestre una aptitud tan fría y distante.

El que escribe este texto ha vivido en primera persona el drama de la inmigración durante varios años en las costas canarias. He visto quién, cómo, cuántos y por qué vienen. He comprobado con mis ojos hasta que punto es capaz de jugarse la vida el ser humano cuando la desesperación es su único motor. ¿Cuántos de nosotros se atreverían a embarcarse con toda su familia en unas precarias pateras para recorrer decenas de millas sin la certeza de poder tocar tierra? ¿Qué mujer en avanzado estado de gestación se atrevería a tal aventura? ¿Qué padre pondría en riesgo la corta vida de un hijo de tres años?


Los gobiernos europeos, con el español a la cabeza, no quieren ser conscientes del drama que se está viviendo en África y otras zonas del mundo. Cuando escucho hablar de mafias, alambradas y cupos de inmigrantes me revuelvo de impotencia en mi asiento ante la tremenda falta de sentimientos que rezuman esos comentarios. Que hay mafias que se aprovechan de la desesperación es una evidencia que sobra mencionarla, pero no son las mafias las que llaman a esta gente a jugarse la vida, son simplemente unos desalmados que aprovechan la necesidad ajena. El problema es otro y ellos lo saben.

“Clama al cielo” -y a la vergüenza- escuchar las declaraciones del Ministro del Interior en las que compara el reparto de inmigrantes en la Unión Europea con las goteras de una casa... Si, el mismo Ministro que justificó los disparos de pelotas de goma a los inmigrantes que intentaban cruzar a nado el espigón de Ceuta. El mismo Ministro de misa y rosario diario y que concedió La Gran Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil a la Virgen del Pilar... dito sea Dios -y nunca mejor dicho- a lo que hemos llegado.

Efectivamente la inmigración se ataja en origen, generando prosperidad, invirtiendo los múltiples beneficios con los que algunos se han beneficiado durante años de aquellos países, dejando de alimentar conflictos bélicos por intereses estratégicos, económicos o políticos. La prosperidad y la paz es en definitiva la cura a la inmigración. Mientras eso no ocurra tendremos que asistir a la vergüenza del “postureo”, del fingido interés de los que únicamente están al lado de los grandes poderes económicos y para los que la inmigración y el drama humano que sufren millones de personas es sólo “una desagradable molestia” que no saben ni quieren manejar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario