martes, 4 de marzo de 2014

CON EL CERTIFICADO ENTRE LOS DIENTES, por Paco Vega

La vuelta a la obligatoriedad del Certificado de Residencia para los canarios es otra vuelta de tuerca para dejarnos claro quiénes somos y dónde estamos; nuestro estatus de colonia española. Será cuestión de que nos lo vayamos creyendo y de paso empezar a cuestionarnos por cuanto tiempo debemos seguir soportando esta situación.


Llama la atención que estas medidas se retomen precisamente con un canario sentado en el Consejo de Ministros. Igualmente desconcertante es su empecinamiento con las prospecciones petrolíferas, a pesar de la oposición de los canarios por el peligro que esto representa para nuestro medio ambiente y nuestra principal industria (el turismo). Pero él sigue erre que erre, se la trae al pairo -parafraseando el lenguaje náutico muy de moda últimamente en el discurso político del PP- los perjuicios que para el futuro de Canarias pueda acarrear esta actividad.

Ya es sorprendente, para los canarios que viajamos habitualmente a la península, tener que pasar por controles aduaneros que ni siquiera pasan los europeos. Que nuestros equipajes también tengan que pasar por los espacios habilitados para extra-comunitarios, es decir, ni siquiera nos consideran de la comunidad europea. Somos extranjeros a todos los efectos. Y ahora para rematar la faena al Sr. Soria y a su brillante gobierno no se le ocurre otra cosa que volver a exigirnos el certificado de residencia para viajar, argumentando no sé qué disculpa estúpida sobre un fraude en el descuento de residente. Mejor se pusieran a perseguir a los grandes defraudadores y las grandes fortunas, para los que precisamente decretaron una amnistía fiscal nada más llegar al poder.

Ahora que se aproxima un periodo electoral comienzan a replantearse la medida nuevamente, a sabiendas del daño electoral que esto les va a causar en las islas, y ya hablan de volver a quitar la estupidez del certificado. En la era de las tecnologías y la informática, en la que con darle a un botón de ordenador averiguan hasta nuestra talla de calzoncillos, nos imponen la exigencia de un papelito para remarcar nuestra procedencia ultra-periférica, de ultramar, de colonias... Es como cargarnos con una mochila de piedras (otra más), para quitárnosla cuando se aproximan las citas electorales. Este gobierno definitivamente nos toma por imbéciles, con la inestimable colaboración y aquiescencia del señor Soria.

Con estas torpes medidas nos siguen castigando, lo que no hace más que acentuar y dejar en evidencia nuestro estatus colonial.

Entre tanto tendremos que seguir rumiando nuestra rabia y viajando con el dichoso certificado de residencia entre los dientes.

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